La mirada del testigo
Estos días he leído Si esto es un hombre, de Primo Levi, en el que relata su experiencia en un campo de concentración durante la segunda guerra mundial. Es un libro muy interesante y extrañamente no demasiado terrible debido al completo desapasionamiento que en la mayoría de sus capítulos muestra el autor. Como él mismo reconoce, ha querido huir de la voz de la víctima para convertirse en un testigo, con una voz sobria como corresponde al buen testigo, de los horrores del campo de concentración. Así, tras un primer capitulo en el que relata cómo fueron llevados a los campos, el resto del libro transcurre en un todo neutro, intentando contar lo que el mismo vivió y huyendo a propósito de contar lo que después supo, pero no en aquel momento. Este cambio de estilo, con ese primer capítulo terrible que nos habla de perdida, de personas que se llevaron los hornos crematorios, y el resto de capítulos que discurren sin pasión, simplemente relatando lo que les ocurría, sin buscar explicaciones ni porqués; ese cambio se corresponde con el proceso que él mismo relata de deshumanización al que eran metódicamente expuestos los concentrados.
Leemos en el primer capítulo.
Pero las mujeres velaron para preparar con amoroso cuidado la comida para el viaje, y lavaron a los niños [...] ¿No haríais igual vosotras? Si fuesen a mataros mañana con vuestro hijo, no le daríais de comer hoy?
[...]
Así murió Emilia, que tenía tres años, [...] Desaparecieron así en un instante, a traición, nuestras mujeres, nuestros padres,nuestros hijos. Casi nadie pudo despedirse de ellos.
Esta forma de contar, este amor por la vida, contrasta con sus relatos del resto de capítulos, cuando ya ha culminado el proceso de deshumanización de los nazis:
Conforme íbamos volviendo al dormitorio, podíamos vestirnos. Nadie conoce ahora con seguridad el propio destino, hay que saber primero con seguridad si la fichas condenadas son las pasadas a la derecha o a la izquierda. [...] Todos se amontonan en torno a los más viejos, a los más desnutridos, a los más “musulmanes”; Si sus fichas han ido a la izquierda, la izquierda es con toda seguridad el lado de los condenados.
Esta forma de hablar de los campos de concentración, desapegada y sin pasión, es también la que se puede leer en Crónicas del mundo oscuro, de Paul Steinberg, otro judío que vivió en los campos de concentración. Curiosamente, Steinberg y Levi se conocieron en el campo y resulta curioso leer tanto la descripción que Levi hace de Steinberg en Si esto es un hombre, como la reflexión sobre ello del propio Steinberg:
Si me erijo en observador neutro de mi imagen tal como él la percibió, probablemente era así, ferozmente determinado a todo para sobrevivir, dispuesto a utilizar todos los medios a mi alcance, incluido el don de despertar simpatía y compasión. [...] ¿Se es culpable por sobrevivir?
En este pequeño repaso de literatura de los campos de concentración me queda por añadir Maus, comic book de Art Spiegelman. Es en este caso la historia de un superviviente narrada a su hijo, el autor del comic. El comic destaca, además de por las páginas dedicadas a la propia vida en el campo, por ser una biografía completa que refleja la situación social en la Europa de preguerra y, en mi opinión, por los relatos actuales, donde se nos muestra como padre e hijo hablan sobre esa época, lo que permite conocer cómo la experiencia de los campos influye en la personalidad del padre y en su relación con su hijo y la sociedad.
También está muy bien «La tregua», donde Primo Levi narra el regreso desde el campo de concentración.
Yo ya los he comprado y los tengo en mi pila de libros.
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