Un cambio paradójico
Este cambio de horario de marzo tiene una cosa curiosa:
Por un lado lo odio. Soy dormilón, lo reconozco, me cuesta levantarme por las mañanas y tener que levantarme una hora antes me destroza. Pero por otro lado…
Me encanta. Son las 7 y media de la tarde, estoy mirando por la ventana y todavía hay mucha luz en la calle. Señal de que se acerca el buen tiempo. Uno se va a casa después de trabajar y la luz te da ánimo y te invita a aprovechar un poquito más la tarde.
Si yo amo este cambio de horario es por la misma razón. Hay LUZ!
Pero tío, eso de dormir te pasa ná más q’un día.
Yo recuerdo de salir en Junio de clase de inglés a las 21.30 y que pareciera media tarde, y pasar por la plaza del ayuntamiento y ver las palomas super alborotadas. I love it. Y mandar un SMS a una amiga que estaba en moscú y restregárselo por la cara :D
Albin, yo tardo más de un día en acostumbrarme :-)
Por otro lado, ¿no os resulta curioso cómo funciona nuestro celebro? Lo que nos alegra es el cambio de luz de un día para otro. Si dejasen este horario fijo y la ampliación de luz se fuese haciendo poco a poco, día a día conforme nos acercamos al verano, no tendríamos esta buena sensación.
Pues, a mi me pasó totalmente despaercibido, comenzando con que al despertarme ya estaban cambiados casi todos los relojes, y acabando porque pasé el día sin preocuparme por ello, sin estar pensando si debería comer a las 14h. o a las 15h. ni cosas así.
Hombre, una mejora brusca te alegra más que una mejora progresiva, aunque al final de esta segunda pudieras mirar atrás y sentir el alivio o sencillamente sentirte igual de afortunado por haber llegado a ese punto, el cambio brusco es más concienciatorio. Dicho así en plan sentnecia filosófica.
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